MUSEO DEL TELÉGRAFO

El telégrafo permitió conectar lugares y personas a lo largo del territorio mexicano a partir de mediados del siglo XIX. Gracias a la inversión privada y pública, la red telegráfica mexicana se fue extendiendo por el país, llegando a lugares cada vez más lejanos, permitiendo no solamente una mejor comunicación, sino también un mejor control del territorioEl recorrido que Héctor Mendoza nos ofrece por el Museo del Telégrafo y la historia de la telegrafía en México nos permite apreciar las diferentes dimensiones de esta tecnología. La red telegráfica mexicana se conformó no sólo por instrumentos, cables, postes y centrales telegráficas, sino también por el conjunto de personas que la operaba y usabaasí como por los intereses políticos y económicos vinculados a las prácticas telegráficas; todo este conjunto contribuyó a la construcción del territorio nacional.


 

Museo del Telégrafo

Para conocer y enriquecer el pensamiento de las personas sobre los objetos y la ruptura cultural que significó la inmediatez de la comunicación, la transmisión de la palabra y la modificación en la percepción social de las distancias, de una manera asombrosa para la humanidad, el Museo del Telégrafo abre sus puertas en la planta baja del edificio de la ex Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas, inaugurado en 1891 y hoy magnífica sede del Museo Nacional de Arte1, en la plaza Tolsá, del Centro Histórico de la Ciudad de México. 

La invención del telégrafo eléctrico a mediados del siglo XIX trajo un cambio en las comunicaciones mundiales, los mensajes viajaron por los cables alámbricos que conectaron tanto el espacio interno de las ciudades, como las ciudades, convertidas en una red de puntos del espacio geográfico por todo el mundo. Esta innovación tecnológica se abrió camino entre la incredulidad que levantaba su acción entre los inversionistas y los ciudadanos, como en el potencial que rápidamente identificaron y orientaron sus usos privados y públicos. 

 El visitante se adentra en el mundo del código Morse y la figura de su inventor, Samuel Morse (1791-1872), un sistema de señales eléctricas, punto y raya que se enviaban, mediante cables sostenidos por postes de madera a lo largo de miles de kilómetros. El telégrafo eléctrico es una ruptura en la relación con el territorio, el surgimiento de un nuevo control regional y la construcción de las sociedades modernas. Las primeras pruebas de Morse, en 1844, contactaron a la capital estadounidense, Washington con Baltimore, a una distancia de 62 kilómetros, después las estaciones se instalaron cada vez más lejanas. En el verano de 1866, el cable submarino de 3,760 kilómetros de extensión conectaba Irlanda y Canadá. 



Vista de la sala dedicada a Samuel Morse

Crédito: Museo del Telégrafo. Fotografía de la Mtra. Andrea Luna Hernández

Una vez que se percata el visitante de este dispositivo y los impulsos que la mano del operador registraba en una cinta y las transformaciones que trajo a la vida personal y de las ciudades, el discurso visual presenta la experiencia mexicana y la figura de Juan de la Granja, (1785-1853), un hombre cosmopolita que vivía en Nueva York y presenciaba las transformaciones y ventajas del telégrafo para la vida de los Estados Unidos. Al regresar a México con los equipos de transmisión magnética, llevó a cabo las primeras pruebas telegráficas entre el Palacio de Minería y el Palacio Nacional, con la idea de llamar la atención de posibles inversores para abrir la primera línea hacia el puerto de Veracruz. 

Un primer periodo, entre 1849 y 1853 introduce los primeros pasos, hasta conseguir la primera línea privada, de 408 kilómetros, hasta Veracruz, ese fue un logro personal para de la Granja, a quien la vida le alcanzó para ver realidad la transmisión de mensajes y la modernización de la capital mexicana. A partir de 1856, la red mexicana se extendió hacia Toluca, Morelia, Guanajuato, León y Guadalajara. La empresa telegráfica dio un giro cuando el gobierno mexicano se hizo cargo del sistema para volverlo de interés público y político. 

Una época dorada extendió la red técnica, entre 1877 y 18822 hasta los 16 mil kilómetros, con 264 oficinas y más de 500 mil mensajes transmitidos, con una mejora en los horarios de transmisión y nuevos equipos instalados, como las impresoras dúplex y múltiplex, así como la publicación de la Revista Telegráfica de México (1889) y el ingreso a la Unión Telegráfica Internacional (1896). Los servicios se extendieron a la transmisión de noticias, servicios financieros y catástrofes en las costas o los caminos a lo largo del territorio nacional. 

Revista telegráfica de México

Crédito: Museo del Telégrafo. Fotografía de la Mtra. Andrea Luna Hernández

El discurso narrativo del museo da espacio a los trabajadores o telegrafistas, un colectivo equiparable con los sacerdotes que se ganaban la confianza al enterarse de los mensajes personales y familiares, así como de los levantamientos civiles de interés para el poder político de la capital mexicana. En este punto, el museo presenta el telégrafo en campaña, durante la Revolución Mexicana los equipos transmitieron las órdenes de ataques, de avances por la montaña o las extensas llanuras o el retroceso del ejército o bien los planes, los acuerdos entre los jefes militares y, desde luego, las victorias en el campo de batalla. Siguen dos periodos clave del siglo XX para el telégrafo, primero, cuando las transmisiones conectaron a la capital mexicana con Berlín, en 1917 y su papel en la construcción de un México moderno, entre 1917 y 1942, con el servicio de radiotelegrafía con Europa (1929). 

Telecomm. Telegrama con un mensaje personal

Crédito: Museo del Telégrafo. Fotografía de la Mtra. Andrea Luna Hernández

Western Union Telegram. Telegrama con noticias de una batalla

Crédito: Museo del Telégrafo. Fotografía de la Mtra. Andrea Luna Hernández




La transformación del mundo rural a otro urbano, entre 1942 y 1968, se dio de la mano del surgimiento de una nueva sociedad mexicana, un crecimiento demográfico, el auge económico y la integración de una red federal de microondas, en 1965 y, unos años después, la apertura de la teleinformática (1973) y la fonotelegrafía automatizada (1982) que facilitaba la transmisión de información entre los clientes de telefonía residencial, de forma rápida y segura, con personas físicas o morales en el país. Esta síntesis que presenta el museo en sus diferentes secciones, con el apoyo de los textos explicativos y un discurso visual completan los diferentes periodos de vida del telégrafo mexicano hasta su conversión en una red de transmisión de datos, textos, imágenes, voz, sonidos y video que ofrece hoy la Inter

En la parte central del museo hay tres maquetas iluminadas con tres épocas representativas de los equipos que se insertan en las diferentes secciones, como los primeros equipos de transmisión magnética o las perforadoras de cintas, el comunicador telegráfico, la grabadora de alambre o el teleimpresor T68, entre otros aparatos que dieron vida a las transmisiones. 

Vista de dos de las maquetas con instrumentos varios

Crédito: Museo del Telégrafo. Fotografía de la Mtra. Andrea Luna Hernández

Acercamiento a una de las maquetas con instrumentos varios

Crédito: Museo del Telégrafo. Fotografía de la Mtra. Andrea Luna Hernández

El telégrafo y su exposición en este museo, como los hay también en Estados Unidos o en Europa se vinculan a las ciencias, las tecnologías y las comunicaciones globales. Los visitantes aprenden que esta red territorial logró un ritmo acelerado de penetración en el territorio. A finales del siglo XIX, el telégrafo3 fue clave para la integración del territorio mexicano, desde la capital con Tehuantepec, Yucatán y Baja California como parte de un circuito de comunicación y del anhelo de la construcción de una nación e identidad común. A la vez, la red técnica fue importante en la conformación de los espacios económicos, la promoción de inversiones privadas, la política económica y de una visión funcional al vincular los lugares en una amplia red de ciudades y que, paralelamente, fue percibida por los individuos y grupos sociales como una forma de organización del territorio mexicano. 

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